Por: Héctor Tejada, Presidente ASOF A.G
Si el sector de la Micro y Pequeña Empresa (MIPYME) genera el 80% de la fuerza laboral y sólo participa de apenas un 30% del mercado, es que algo anda mal. En los años 70’ la realidad demostraba todo lo contrario: un 70% de las ventas minoristas estaba en manos del comercio tradicional y un 30 en las grandes tiendas.Pero qué hay más allá de las cifras.
El comercio tradicional está compuesto por los almacenes de barrio y ferias libres, ambos han debido enfrentar el crecimiento de los malles y cadenas de super e hipermercados las que, a su vez, se fusionan con otras empresas generándose verdaderos bloques económicos que hacen inaccesible la participación de los emprendimientos familiares.
Ya en diciembre de 2011 la Fiscalía Nacional Económica (FNE) investigó a 4 cadenas de supermercados por posible colusión de precios en abarrotes, éstas son: Wallmart, Cencosud, SMU y Tottus, que hoy controlan el 95% de las ventas de ese sector.
En palabras textuales la FNE sostuvo que esta situación atenta contra la libre competencia. Ello, sin contabilizar el que muchos productos de los proveedores no tienen cabida en las góndolas de los supermercados, ya sea por sus reducidos volúmenes o porque simplemente no cuentan con espaldas financieras para esperar su pago, sin considerar la devolución de las mermas.
Los distintos gobiernos y el actual han enviado permanentes mensajes de apoyo al sector Mipyme, sin embargo mientras no exista una claridad en todo el espectro político de que la concentración económica impide la libre competencia, seguirá existiendo un escenario que posibilita la existencia de carteles de precios, inhibe la inclusión de otros actores y permite que emerjan posiciones de poder atentatorios a una real vida democrática.
Todo ello imposibilita que emprendimientos familiares alcancen una calidad de vida digna. Mientras este convencimiento no se transforme en políticas públicas de discriminación positiva para las Mipymes, éstas seguirán en boca de todos y en manos de nadie.
Es sabido que cuando la torta se reparte entre más, emergen espacios de mayor participación, igualdad, oportunidades y un desarrollo de país más justo.