Columna de opinión, Héctor Tejada, Presidente ASOF C.G. Publicada en Radio Cooperativa
Una vida sana requiere necesariamente de la implementación de políticas de Estado concretas y consecuentes, que tengan como base de acción el fortalecimiento de sectores claves del mercado interno, como la pesca artesanal y su natural vía de comercialización, las ferias libres, entendiendo que este canal abastece al 50% de los productos del mar, que se consumen internamente.
Nuestro país, cuyas costas son bañadas por el Océano Pacífico, posee aproximadamente 4 mil kilómetros de litoral y una fuerte industria pesquera, pero según cifras de ODEPA, en promedio los chilenos sólo consumimos cerca de 7 kilos de pescado al año, muy por debajo a los 87,2 que se consumen en productos cárneos en el mismo periodo.
Los chilenos simplemente casi no comemos pescado por diversas razones: temas culturales (de hábitos), pero esencialmente por falta de accesibilidad y accequibilidad de los productos del mar.
No ha existido en nuestro país una política de fomento del consumo de productos del mar por la vía del fortalecimiento de la pesca artesanal, actividad familiar que- en gran medida –sobrevive frente a una escasa demanda y a los bajísimos precios que se les pagan en las caletas, entendiendo que los pescadores arriesgan su vida todos los días para salir a pescar.
Mientras, existen grandes empresas pesqueras que explotan y enlatan miles de toneladas de jureles orientados a la exportación. ¿Y la población chilena?
La pregunta es cómo verdaderamente implementar una política de la vida sana, que se traduzca en acciones de fomento a la pesca artesanal, actor esencial en el canal de comercialización de los productos del mar,orientados al consumo interno.
Cómo hacer más competitiva la extracción a pequeña escala, muchas veces desarrollada a pulso, cómo mejorarla, hacerla atractiva al consumidor, integrando innovaciones en el proceso de elaboración y dándole valor agregado al producto que se comercializa.
Por este camino, no sólo se obtendrían precios adecuados, que les permitirían vivir dignamente a las familias de pescadores, sino que también posibilitaría que los chilenos se alimentaran bien, sabiendo todas las potencialidades nutritivas de las riquezas marinas.
Es urgente saber qué sucede, por qué la enorme diferencia de precios, entre lo que perciben los pescadores y el de los intermediarios, a quienes los comerciantes de ferias libres les compran.
Todo ello debe ir acompañado de la generación de alianzas de colaboración, entre los actores comercializadores y quienes cultivan el producto.
Sólo por esta vía podremos nivelar precios, tener un producto de mejor calidad, con valor y mejorar la salud de la población, sobretodo de aquella que tiene menos recursos.