Una de las tendencias actuales es la sustentabilidad. Una sociedad que se preocupa por fomentar un desarrollo económico a través de la conservación del medio ambiente, en un ámbito de paz, igualdad y respeto a los derechos humanos, es una sociedad próspera que buscar ser mejor a través de un desarrollo sustentable.
La sustentabilidad alimentaria es importante porque muchos recursos energéticos son consumidos en el mundo en función de la alimentación del ser humano; todos los productos que son llevados a nuestra mesa ocuparon energía durante su producción, elaboración e incluso durante el transporte.
Existen al menos tres criterios a considerar en una alimentación sustentable:
Respeto al medio ambiente: son los alimentos que durante su producción y consumo no afectan al medio ambiente. Se trata de elegir preferiblemente alimentos orgánicos, de estación o producidos cerca del lugar de compra, evitando así que el transporte requiera tanta energía. El envase que transporta el alimento deberá ser reciclado o reutilizable, permitiendo así que se genere una menor cantidad de desechos.
Debe ser ética: para no confundirnos, esto significa que la cadena de comercialización debe ser justa y garantizar que los productores reciban una remuneración digna por el alimento que están produciendo. Esto a veces puede certificarse a través de sellos que verifiquen su comercio justo.
Debe ser Saludable: se debe cuidar la calidad de los alimentos que consumimos, debemos revisar el etiquetado (su regulación y qué controles de calidad siguen para su producción). Mientras menos procesados sean nuestros alimentos más saludables van a ser para nuestro consumo.
Una alimentación sustentable no necesariamente es más cara, o difícil de llevar, al contrario es muy fácil formar parte del desarrollo sustentable de tu comunidad.
Con el proyecto “Ecopuestos, desarrollo de emprendimientos agroecológicos en ferias libres” , que se ejecuta en la región de O´Higgins por la Asociación de Ferias Libres (Asof) con apoyo del Fosis a través del fondo I.D.E.A, se apunta justamente hacia esta línea de lograr producir una alimentación sustentable por la vía del desarrollo de un cultivo ecológico, de pequeña escala, que no haga uso de pesticidas ni productos tóxicos, que promueva la agrobiodiversidad, la preservación de los ecosistemas y el intercambio comercial solidario en mercados locales y regionales.
Nace en vista de la necesidad de recuperar suelo cultivable y frenar la expansión ubana en desmedro de tierras agrícolas.
En la región, 30 comerciantes y miembros de la comunidad se encuentran capacitando para levantar 30 huertos ecológicos y 6 ecopuestos. Busca habilitar espacios de producción y comercialización de productos agroecológicos, en un contexto de comercio social solidario, a través de iniciativas individuales y cooperativas para que 20 feriantes y 10 miembros de la comunidad mejoren sus ingresos y su calidad de vida a través de una ingesta y promoción de una alimentación saludable.
La asesora técnico de la iniciativa, Paulina Rivera, comenta que la agroecología busca generar un modelo que toma en consideración la parte ambiental, social y cultural, específicamente de la comunidad, cuidando la biodiversidad de los cultivos, estableciendo respetos por las distintas especies, inclusive las historias familiares.
¿Por qué desde las ferias libres es importante involucrarse en esta línea de trabajo?
Porque son los feriantes los que están en contacto directo con la gente, acá se distribuye gran parte de los productos hortofrutícolas en un 70%. Este canal puede asegurar el acceso a alimentos saludables a todos los estratos sociales, con ello avanzamos en la seguridad alimentaria, sobretodo de sectores de menores ingresos, con los más altos índices de mala alimentación y enfermedades asociadas.
Caso de Carmelo que cultiva sus productos y elabora humus con los desechos orgánicos de su puesto
Carmelo Bustamante Leiva, feriante de Rancagua, ha podido recuperar especies de lechugas perdidas de la zona, ya que él la mitad del año se dedica a cultivar las verduras que ofrece en distintas ferias de la comuna: El Manzanal, Isabel Riquelme, Circunvalación, René Schneider y Rancagua norte. Recuerda que hace tres años vio a un amigo de Santiago, de la comuna de San Joaquín, que a partir de los desechos orgánicos de su puesto, producía humus para abono de sus plantas y cultivos. Así, él también imitó la idea y desde octubre a mayo, genera el abono de su parcela, de 1.000 metros de extensión, ubicada en Av. Salvador Allende de la ciudad. “Cultivo ciboulette, lechugas, cebollín, zapallos italianos, acelgas, cilantro, verdura surtida. Tengo un monocultivador para trabajar la tierra y fabrico un desinfectante para las lechugas en base a sal de mar, porque solo me di cuenta que todas las verduras que crecen cerca del mar siempre estaban verdecitas y con esto siempre tengo mis verduras bonitas”.
Así como ideó su propio desinfectante para las hortalizas, también va generando mezclas de autoría personal para mejorar el abono que aplica a sus cultivos.
Actualmente lo que aspira es a poder generar su propia producción agroecológica durante todo el año, razón por la que capacitarse a través del proyecto con apoyo de la Asociación de Ferias Libres (Asof) y del Fosis, le ha dado el impulso necesario para continuar con esta idea en mente.
Paulina Rivera, agrega, la necesidad de asociarse entre los productores locales para poder tener una producción más estable todo el año y potenciar los circuitos cortos como modelo de comercialización, para asegurar productos más baratos y que lleguen de manera más rápida al consumidor fin, asegurando y fortaleciendo la soberanía alimentaria.
Para los involucrados en la iniciativa este es un primer paso, pero importante, para dar continuidad a la línea agroecológica y la sustentabilidad alimentaria, entendiendo que nuestro planeta lo necesita cada vez más, las generaciones futuras, para el resguardo de nuestros alimentos y la biodiversidad.